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Sociedad Iberoamericana de enfermedades cerebrovasculares
Si una persona ha sufrido un derrame o un infarto cerebral, deberá tomar responsabilidad de su propio bienestar. Esto incluye tomar las medicinas en forma ordenada, acudir periódicamente al médico para exámenes de control, iniciar y mantener un programa de ejercicios físicos bajo supervisión especializada, dejar de fumar y de consumir alcohol y seguir una dieta con bajo contenido de grasas y poca sal. De igual manera, el regreso a las actividades previas del individuo, incluyendo trabajar y conducir vehículos, deberá realizarse en forma gradual y siempre bajo supervisión médica. La rehabilitación física de un paciente que ha sufrido un evento cerebrovascular es fundamental para aumentar su independencia y para su pronta reintegración a la sociedad. Estudios recientes han demostrado que una vez que una región del cerebro ha sido dañada por un evento vascular, las zonas vecinas sanas pueden —luego de un entrenamiento apropiado— suplir la función de la región cerebral afectada.
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Después de un Ictus

Dichos estudios proveen una base racional para la rehabilitación y abren un camino de esperanza para la mayoría de los sobrevivientes de un derrame o de un infarto cerebral. Con respecto a la rehabilitación, hay que recordar que, si bien es importante fijarse objetivos a largo plazo, es fundamental disfrutar y valorar los avances logrados día a día. Los pacientes deben adaptarse a esta nueva vida y nunca rendirse ya que uno de los aspectos principales de la rehabilitación es el interés que pongan los enfermos en su terapia. La depresión que sufren los pacientes luego de un evento cerebrovascular es el factor que con mayor frecuencia conspira contra su propia recuperación. La terapia ocupacional, asociada con medicación antidepresiva, es la forma más efectiva de superar dichos estados de ánimo perjudiciales.
